Soy padre de familia, con tres hijos que “deberían” comenzar el curso escolar en un par de semanas. Desde el mes de marzo llevan sin ir al colegio de forma presencial, con todo lo que conlleva para su propia formación y para las familias, en una atención constante, de 24 horas, los siete días de la semana.
Y digo que “deberían” comenzar el curso porque el consejero de Sanidad de Cantabria ha confesado recientemente que no garantiza que se pueda empezar el próximo 7 de septiembre, tal y como estaba previsto, ya que la presencia en las aulas es “una fuente de preocupación”. Lo dice como si la misión de un miembro del Gobierno regional fuera ocupar un sillón y participar en tertulias, pero no resolver problemas.
Si contamos con unas autoridades es para que sepan afrontar los problemas, las situaciones de riesgo, con previsión, con protocolos, con trabajo en equipo. Para inaugurar colegios, sonreír en las fotos podemos traer un muñeco.
Hay miles de padres de familia que han debido sacrificar su trabajo, que han debido alargar su jornada laboral para poder atender también a sus hijos sin colegio. Es un drama que se ha hecho más duro en el caso de las madres solteras. Tenemos un gobierno que dice defender a la mujer sacando pancartas a la calle, pero que la deja tirada cuando más lo necesita, sin ninguna alternativa a la escuela.
En clave nacional, la vuelta al cole es a día de hoy un reto colosal al que se enfrentan todos los gobiernos; requiere flexibilidad, análisis profundo, mucho trabajo…y el Gobierno de Sánchez de vacaciones. Padres, alumnos y comunidad educativa no puede esperar más al Gobierno, necesitan saber cómo será la vuelta a las aulas.
La falta de capacidad de un Gobierno se aprecia cuando llega una crisis, cuando hay que tomar decisiones difíciles. Es ahí donde se descubre el pastel de quien ha hinchado el curriculum o de quien apenas llenaba dos líneas. Es ahí donde se esconden tras comités de expertos, reales o imaginarios, porque está claro que ellos no tienen la preparación suficiente.
Estamos a pocos días de la vuelta a los colegios en España y en Cantabria y surgen demasiadas dudas:
– No conocemos los planes de actuación en los colegios, ni del transporte escolar.
– Desconocemos si las clases serán presenciales, a distancia, semipresenciales, presenciales a unas edades y a distancia a otras….
– No tenemos claro cuál será el protocolo en caso de que haya contagios.
La paralización de la escuela es un freno al conocimiento y la formación de nuestros hijos. Pero también un freno para toda la Economía de Cantabria.
Está claro que la Salud debe primar sobre otros criterios. Y para ello necesitamos normas de protección claras, distancia social e higiene. Pero lo que no se puede hacer es paralizar toda una Comunidad porque haya contagios en otros entornos o porque no se aplican bien los protocolos.
El pequeño comercio, el ocio, la hostelería, gimnasios… ¿Alguien se imagina un empresario o un autónomo que tras seis meses de parón no tuviera un plan de actuación claro? ¿Alguien se imagina que no hubiera facilitado información concreta y precisa a sus usuarios o clientes antes de la apertura?
No podemos permitirnos el lujo de mantener cerrados los colegios más tiempo. Y sobre todo no podemos permitirnos el lujo de un Gobierno incapaz de gestionar el nuevo curso con garantías de seguridad y con criterios claros.