En Cantabria hay futuro, sin mentir sobre el presente.

Tribuna de opinión publicada en Gente Cantabria (23 de Diciembre de 2022)

Cuando ves a tu alrededor padres que sufren para llegar a fin de mes, cuando hablas con el panadero del barrio, con el vecino de casa, con la cajera del supermercado te haces una idea de la realidad de Cantabria. Las nuevas estadísticas te dicen que hay menos parados, que ahora son fijos discontinuos o que los precios no han subido tanto si los comparas con Venezuela o Sri Lanka.

En Cantabria contamos con un gran orador de presidente, capaz de justificar camuflar cualquier despropósito… a corto plazo. Y la realidad es dura, por factores externos y por falta de proyecto, de liderazgo y de determinación interna. Pero sobre todo porque si no se presenta con toda su crudeza es difícil que se afronten los problemas. El maquillaje aguanta un par de jornadas, pero se viene abajo con el tiempo.

Quienes gestionan un pequeño negocio, cuyo recibo de la luz se ha disparado, quienes sufren los impagos o los retrasos cada vez más acusados de inquilinos saben lo que estamos viviendo. No son problemas particulares, es un círculo vicioso que, afortunadamente, sí tiene solución.

La realidad es que en Cantabria apenas se crean empresas, apenas hay incentivos para los jóvenes y todos tenemos amigos y conocidos cuyos hijos han tenido como única opción la de comprar un billete de avión o marcharse a Madrid en busca de oportunidades. Duele certificar esa diáspora juvenil porque es un talento que debería ser aprovechado en esta tierra. Duele, porque es ahí donde está el futuro de Cantabria.

Contamos con nuevas generaciones abiertas a la transformación digital, interesados en las nuevas tecnologías y capaces de ofrecer soluciones a nuevos problemas. Lo único que necesitan es un entorno favorable, donde puedan desarrollar y poner en práctica sus ideas, sin sentir que un fracaso les condena de por vida. Por eso soy optimista. Porque sé que es posible cambiar ese entorno con acciones políticas, con ilusión y con determinación.

Mientras tanto, el Gobierno de España no sabe ni qué es una familia y trabaja por destruir la mayor red de protección social que tenemos las personas con el objetivo de tener individuos dependientes del Estado a los que controlar con una paguita. Por supuesto que hay muchas circunstancias familiares, pero cada una de esas circunstancias no definen el concepto de familia como pretenden.

Ni España ni Cantabria saldrán adelante cambiando las estadísticas o el lenguaje. Lo harán cuando se afronten los retos con franqueza, sin edulcorantes. Hay que perder el miedo a la verdad y mirar de frente a los desafíos. A partir de ahí podemos construir un futuro mejor. Cantabria lo merece. Nuestros hijos lo merecen.

Javier Puente Redondo

Senador por Cantabria del PP. Portavoz de Transfornación Digital en el Senado.

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