Tenemos una joya en Cantabria y está en los pueblos

Artículo de opinión publicado en el Diario Alerta (2 de febrero de 2021)

Si hay algo que se valora en estos tiempos de pandemia es la posibilidad de vivir y trabajar en zonas de poca densidad, en contacto con el medio ambiente. Poder conectarte desde casa con todo el mundo, al tiempo que a mediodía sales a cuidar un pequeño huerto o a dar una vuelta por el pueblo es un lujo.

Las ventajas del teletrabajo para determinadas tareas son evidentes. Está claro que no se puede aplicar a todos los empleos, pero sí a muchas labores administrativas y de gestión que son esenciales en un país desarrollado. A partir de ahí, contar con pequeños municipios que ofrezcan servicios básicos y precios de la vivienda mucho más económicos que en una gran ciudad, supone una ventaja competitiva clarísima.

Vivimos en la Comunidad con el nivel de desempleo juvenil más alto de España y entre los más elevados de Europa. Aquí, cuando tienes un hijo que demuestra una especial habilidad, una destreza en cualquier campo, llega la hora de preparar las maletas y ahorrar para los billetes. Las oportunidades empiezan cuando pasas el puerto del Escudo. Una dinámica que ha llegado la hora de revertir.

Pero lo grave es que tanto el gobierno regional, como los sindicatos u organizaciones juveniles ven esta situación sin inmutarse. El que cuatro de cada seis jóvenes no encuentren trabajo en Cantabria se presenta como algo aceptable, un destino contra el que no podemos luchar.

Está claro que atraversamos un momento terrible, de mucho sufrimiento. Pero al menos, en el caso del coronavirus las autoridades están aplicando medidas, más o menos acertadas. El problema es que frente al desierto laboral en que se está convirtiendo Cantabria no hay medidas de choque. Son solo ocurrencias de tertulia del presidente, que cada mes se demuestran botes de humo.

Contamos con una Comunidad rica en recursos, con un buen nivel de formación educativa y sin grandes diferencias políticas y sociales… que se ha convertido en la ‘estepa’ del empleo en España. Las consecuencias de esta dejadez e indolencia las sufren miles de familias en Cantabria. Sobre todo las más humildes, que apenas tienen recursos para pagarle un master en el extranjero al hijo o para sostenerle en aventuras fuera de la región.

Como Ingeniero de Telecomunicaciones, antes de entrar en política he tenido experiencia en empresas privadas dentro y fuera de Cantabria. Una etapa apasionante en mi vida y en la que he tenido oportunidad de conocer emprendedores y trabajadores interesados en sacar adelante proyectos innovadores. Y puedo asegurar que es posible cambiar la dinámica, es posible recuperar el empleo en esta Comunidad.

Tenemos todo un ámbito rural en el que es preciso apostar con determinación, promover una buena red de telecomunicaciones y servicios que permitan trabajar a distancia. Una estrategia de futuro, que atraiga el talento y potencie el tesoro de nuestros pequeños pueblos, que sufren el abandono de las autoridades desde hace años. He vivido suficientes años en Langre, un pequeño y precioso pueblo de Ribamontán al Mar, como para ser consciente de las carencias y de la potencialidad del entorno rural.

No podemos dejar pasar de largo esta oportunidad que el coronavirus ha generado. Han cambiado las prioridades, ha cambiado la forma de trabajar, han cambiado las relaciones sociales… Solo falta que las autoridades políticas sepan adaptarse a este cambio y no sigan pensando y actuando como lo hacían antes del virus. Es el momento de sacar todo el rendimiento posible a esa joya de Cantabria que está en los pueblos.

Javier Puente Redondo
Senador del PP por Cantabria

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