¿El optimismo de los mentirosos?

Publicado en El Diario Montañés (29 de octubre de 2018)

Es muy difícil no sentir algo de estupor ante los intentos del Gobierno de presentar, una vez más, como bálsamo lo que seguramente será una dosis adicional de veneno para el buen funcionamiento de la economía real, de la forma sensata y prudente de vivir de la mayoría de los españoles. Cuando asoma de nuevo un ciclo recesivo, el Gobierno vuelve a jugar con nuestras esperanzas pintando un panorama absurdamente optimista: un aumento de ingresos de cuento de la lechera  frente a un mayor gasto lo que, inevitablemente,  conducirá a mayor deuda, déficit creciente, desconfianza inversora, agravamiento de la crisis, paro creciente, y mayor pobreza.

¿Cómo es posible que en nombre de la solidaridad estemos cargando sobre nuestros herederos una deuda insoportable? Haríamos bien en fijarnos que esto es justo lo contrario de lo que hacemos la inmensa mayoría de los padres de familia que nos esforzamos y asumimos privaciones para que nuestros hijos tengan un futuro mejor, lo que hicieron nuestros abuelos y nuestros padres que han conseguido que dejásemos de ser un país de hambre y pobreza para alcanzar unas cotas de bienestar que ahora estamos poniendo en riesgo por la dichosa manera de gastar de tantos políticos irresponsables, falsos optimistas que nos pintan un porvenir risueño a base de acumular deudas y chapuzas.

Para los socialistas, gastarse alegremente el dinero de los demás, sus ahorros, es el horizonte político ideal. Como saben que eso es un disparate, lo disimulan prometiendo mejoras sociales, pero, claro está, lo hacen sin enseñar nunca las cuentas, haciendo que la deuda crezca porque ese es el único modo que conocen de crear riqueza, sacarla del bolsillo de los demás, especialmente de los que ahora mismo no pueden protestar porque todavía no han nacido, esos infelices hombres y mujeres del futuro que tendrán que pagar muy caro las ocurrencias de los socialistas, siempre generosos con lo que no es suyo.

Un Gobierno responsable tendría que empezar por hacer un análisis riguroso de los gastos superfluos, de las ínfulas de nuevo rico que se gastan tantos chiringuitos montados alrededor de unas administraciones cada vez más espesas e incontrolables, tanto en el Estado como en las Autonomías y Ayuntamientos, que a veces llegan a triplicar el gasto para atender malamente un único servicio útil a los ciudadanos. Además, tendría que respetar una libertad esencial de los ciudadanos, su capacidad de elegir y de decidir el destino de sus dineros, dejando de pensar en manera originales y, aparentemente, no demasiado dolorosas de sacarnos el dinero con las excusas más inverosímiles.

Ahora la han tomado con los que decidimos comprar un coche Diesel para ahorrar en el mantenimiento y contaminar menos, pero ¡oh casualidad! como ahora somos más los que usamos el Diesel, han descubierto, oportunamente, que en el interés de algunos grupos rivales de la industria europea y española en desprestigiar al Diesel podía haber una nueva manera de sacar dinero y nos van a sangrar, poco a poco, pero sin parar. Como para eso hay que silenciar todos los estudios que niegan que el Diesel sea peor que otras formas alternativas de movilidad, caen en la cuenta de que necesitan gastar un pastón en propaganda, porque engañar no sale barato.

El Gobierno está demostrando ser insolidario con la situación europea, jugando a que Bruselas no se atreva a poner el grito en el cielo, como sería su obligación,  la vista de los muy graves problemas que plantea el caso italiano. Nadie se cree que sea posible frenar el déficit previendo unos ingresos que no se van a producir y poniendo en marcha la máquina de gastar que necesitan para que se vea que hacen algo y haya personas que vuelvan a votarles.

Este Gobierno se ha presentado en Bruselas con unos presupuestos sin ninguna credibilidad, que agravan la incertidumbre inversora y alimentan la inseguridad jurídica. Lo malo no es que haga eso, sino que haya quien se lo compre sin darse cuenta de que esa clase de tretas se hacen a costa de nuestra libertad y nuestra prosperidad. Son la antesala de una nueva crisis, sin duda más grave, de la que deberíamos intentar librarnos haciendo bien nuestras cuentas y actuando con la responsabilidad con la que nos movemos los ciudadanos en nuestras economías privadas. Sabemos que quien gasta más de lo que puede se encamina directamente a su ruina.

La economía española soporta el baldón del mayor déficit público de la eurozona, y no saber atajar esta lacra, además de ser una conducta irresponsable desde el punto de vista moral, está poniendo en riesgo la consecución de los objetivos necesarios para dejar de ser “sospechosos habituales” y poder librarnos de la tutela que exige del Protocolo de Déficit Excesivo. Nos ha ido bien estando en la eurozona, pero nos iría mucho mejor de ser consecuentes con sus políticas fiscales y siendo ejemplares para los inversores, algo que no estamos consiguiendo al tratar de ser pillos y hacer como que no se note que no cumplimos nuestras obligaciones.

Querría que mis lectores, especialmente en Cantabria, piensen un poco en todo esto, que se digan a sí mismos si creen que es lógico alimentar fiscalmente a gobiernos glotones para beneficio político de la izquierda, si no nos iría mejor a todos con un Gobierno que respetase un poco más nuestra libertad, y también nuestros bolsillos. Es fácil ser optimista a costa del bolsillo ajeno, pero es muy triste saber que, además, lo que se nos promete a cambio se quedará en nada.

 

Javier Puente Redondo.- Ingeniero de Telecomunicaciones; Ex-diputado de la X Legislatura

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